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lunes, 7 de febrero de 2011

¡Cuanto más oscuro el cielo, más brillan las estrellas!

V Domingo del Tiempo Ordinario
6 de febrero de 2011
Parroquia de Ntra. Sra. de Fátima
Garza García, NL


Rezando el Rosario en Teotepec: hacía tiempo que no veía tantas estrellas. El cielo a veces se nos pone más oscuro… Dice el canto italiano de Marco Frissina: “Quando le tenebre scendono in torno a noi; quando il dolore sembra oscurare i cieli sopra di noi…”

Pero al final, la oscuridad no es tan mala: hace aparecer las estrellas.

“Brille así vuestra luz…”

Cada uno de nosotros está llamado a “ser luz para los demás”: a ser una estrella en el firmamento de su vida y de su corazón. Esto no es vanidad, sino caridad.

·      Ahí donde hay alguna oscuridad, cada uno está llamado a brillar:
·      Ahí donde más oscuro es el rencor, más brille nuestro perdón.
·      Ahí donde más oscura es la soledad, más brille nuestra cercanía.
·      Ahí donde más oscura es la violencia, más brille nuestra bondad.
·      Ahí donde más oscura es la miseria, más brille nuestra misericordia.
·      Ahí donde más oscuro es el llanto, más brille nuestro consuelo.

Porque, en definitiva, donde más oscuro es el cielo, más brillo tienen las estrellas.

El lunes 31 de de enero falleció mi hermano.
La muerte, aparente victoria de la oscuridad.
Pero Cristo venció la muerte: ¡Él es la luz del mundo!
A mí y mi familia nos iluminó la mente con la fe y la esperanza cristianas.
Pero sobre todo nos iluminó el corazón…

Esa misma noche en que me avisaron de la muerte de mi hermano, empezaron a brillar las estrellas. A partir de ese momento, cientos de correos electrónicos, llamadas y condolencias, nos hicieron ver y sentir que cuanto más oscuro el cielo, más brillan las estrellas.

El sacerdote ha de ser luz para los demás.

Es verdad. Pero a veces él mismo, como hombre, se ve envuelto en oscuridad. En la oscuridad de sus fragilidades y pecados. En la oscuridad de su impotencia y limitaciones. En la oscuridad de sus penas y desamparos.

Hoy quiero darles las gracias por haber sido y estar siendo estrellas muy vivas, muy fulgurantes en medio de este momento de oscuridad por la muerte de mi hermano.

Por favor: sigan brillando… no sólo para mi.
·      sigan perdonando,
·      sigan acompañando,
·      sigan consolando,
·      sigan iluminando a quien esté envuelto en alguna oscuridad.

Después de Cristo, Sol de la humanidad, invocamos a María como “estrella de la mañana”.  Ella es, precisamente, la estrella que precede al sol. Que Ella ilumine nuestras sombras. Que Ella resplandezca en nuestras noches densas. Que Ella nos haga ver que cuanto más oscuro se nos pone el cielo, más brilla el fulgor de las estrellas.

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